
En los últimos años, el concepto de «natural» ha sido la base sobre la que se ha cimentado el argumento de algunos patrones alimentarios como por ejemplo el realfooding. La idea subyacente es simple: si algo es natural, es automáticamente mejor para tu salud. Sin embargo, esta creencia se desmorona al examinarla con lupa. Tanto lo natural como lo artificial están compuestos por los mismos elementos químicos y forman en muchos casos las mismas moléculas, sin ninguna predisposición moral o sanitaria. Además ni los compuestos naturales ni los artificiales forman grupos con unas características similares, cada uno es de su padre y de su madre; algunos son beneficiosos, otros dañinos, y muchos neutros.
Un ejemplo extremo que nos puede servir para entender la situación es la oronja verde (amanita phalloide), una seta que podemos encontrar en plena naturaleza, con una particularidad, es toxica, de hecho es conocida como el hongo de la muerte o cicuta verde. Si el criterio es que lo natural es más sano esta seta, que es natural, debería ser un superalimento, obviamente la realidad nos dice que no. Mientras tanto, alimentos artificiales como la proteína en polvo ya sea de concentrado de suero o sus versiones vegetales muestran tener un impacto positivo en la salud cardiovascular frente a fuentes de proteína no procesada y natural como la carne roja convencional. Este ejemplo debería ser suficiente para repensar la supuesta superioridad de lo natural, pero ¿por qué persiste esta creencia?

1. El sesgo de la naturalidad
El sesgo de la naturalidad es un fenómeno psicológico que nos lleva a asociar lo natural con lo bueno, seguro o saludable. Este sesgo, profundamente arraigado en nuestra psicología evolutiva, ha sido explotado ampliamente por el marketing. Etiquetas como «natural» o «de origen natural» se imprimen en productos para atraer a los consumidores, aunque estos términos tengan poca relevancia científica.
Tenemos evidencia que apunta a que un porcentaje significativo de consumidores suelen elegir productos etiquetados como «naturales» incluso cuando contienen ingredientes menos saludables en comparación con opciones no etiquetadas de forma similar. Este sesgo afecta nuestras decisiones de compra y refuerza la idea errónea de que lo natural es siempre mejor.

2. La paradoja de los ultraprocesados saludables
Es común pensar que los ultraprocesados son siempre malos, pero esta es una generalización peligrosa. Algunos alimentos ultraprocesados están diseñados para mejorar la salud pública. Por ejemplo, cereales enriquecidos con vitaminas y minerales han ayudado a prevenir deficiencias nutricionales en poblaciones vulnerables.
Otro ejemplo son las margarinas ricas en esteroles vegetales, no quiero decir que sea un alimento saludable pero es mejor que las mantequillas tradicionales. En comparación, alimentos «naturales» como el aceite de coco, rico en grasas saturadas, o el zumo de frutas, cargado de azúcares simples, pueden ser opciones menos saludables. Esto demuestra que no debemos juzgar un alimento por su nivel de procesamiento, sino por su impacto en nuestra salud.
3. Lo orgánico o bio aun es mas sano (no)
Los alimentos orgánicos son el top tier de esta creencia, es «mas natural» que lo natural por lo tanto se cree que son aún mas sanos y mejores en general. pero la evidencia científica no respalda esta afirmación. Algunos estudios nos muestran que pueden tener algunas características interesantes pero no existen diferencias nutricionales significativas entre los alimentos orgánicos y los producidos de manera convencional. Aunque algunos alimentos bio contienen menores niveles de residuos de pesticidas, estos ya están regulados en niveles seguros para la salud en todos los productos. Además, el término «orgánico» o «ecológico» no implica la ausencia de pesticidas, sino que estos deben ser de origen natural, lo cual no necesariamente los hace menos tóxicos.

Por otro lado, los alimentos bio tampoco son intrínsecamente mejores para prevenir enfermedades. Por ejemplo, la leche orgánica no ofrece ventajas significativas en términos de calcio, proteínas u otros micronutrientes en comparación con la leche convencional. En cambio, atribuir un halo de superioridad a lo orgánico puede desviar la atención de aspectos realmente importantes en la alimentación, como la cantidad total de calorías, la calidad general de la dieta y el equilibrio de nutrientes. Por tanto, basar las decisiones alimentarias únicamente en el hecho de que un producto sea «bio» es más un acto de fe que una elección fundamentada en ciencia.
4. La ciencia detrás de los aditivos «naturales»
Un argumento recurrente del realfooding es la demonización de los aditivos, especialmente aquellos con nombres «químicos». Sin embargo, muchos de estos aditivos provienen de fuentes naturales y simplemente han sido procesados para ser usados en la industria alimentaria.
Por ejemplo:
- Carragenina: un estabilizante extraído de algas, usado comúnmente en productos lácteos.
- Goma xantana: un espesante producido por fermentación bacteriana, presente en muchos productos etiquetados como «naturales».
Estos ejemplos desmontan el mito de que un alimento es automáticamente mejor solo porque contiene ingredientes naturales. Al final, lo importante es cómo afecta a nuestra salud, no si su nombre parece salido de un laboratorio.
5. Ciencia vs. ideología en nutrición
Este mensaje comienzan con buenas intenciones: promover una alimentación más saludable. Sin embargo, con el tiempo, algunos de estos movimientos se transforman en una especie de ideología, donde la pureza de los alimentos naturales se antepone a la evidencia científica.
La ciencia no busca alimentos «puros» o «naturales», sino aquellos que contribuyan positivamente a la salud. Cuando glorificamos lo natural por encima de todo, ignoramos la complejidad de la nutrición y perpetuamos creencias simplistas y a menudo erróneas.
Conclusión
Que quede claro que con esta entrada no quiero decir que la fruta, las verduras, las legumbres…no son alimentos espectaculares simplemente que el criterio de selección de natural vs artificial falla en bastantes ocasiones. La próxima vez que alguien te diga que «lo natural siempre es mejor», recuerda: las setas venenosas también son naturales. El verdadero camino hacia una alimentación saludable no está en evitar lo artificial, sino en adoptar una perspectiva basada en la evidencia, valorando cada alimento por sus méritos reales. Es hora de superar los prejuicios y abrazar una dieta equilibrada y sostenible, sin importar el origen del alimento.
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